Violencia obstétrica: la triste cifra de la soledad neonatal

Bebé recién nacido durmiendo sobre el pecho de su madre
Foto de Inge Berken @ingefotografie.nl

En España, uno de cada cuatro nacimientos ocurre por cesárea: ¿por qué separamos a la madre y al bebé? ¿Qué beneficios tiene para los profesionales este cruel protocolo? ¿Quién se encarga de velar por el bienestar de las madres cuando el bebé está en peligro?

“El problema surge cuando se pone el bienestar del bebé por delante del de la madre”. Tamapa Campos, presidenta de la pontevedresa Plataforma Loita, evita mencionar la palabra «violencia» cuando habla de las intervenciones que menoscaban el bienestar de las madres en los hospitales. “La clave para conseguir todo lo que hemos conseguido ha sido hacerlo desde el diálogo«, insiste. Para esta madre todo empezó cuando la «expulsaron» de una sesión de fisioterapia de uno de sus hijos, comenzó pidiendo que se pudiese acompañar a los bebés en todas sus consultas y ha logrado que se respeten los derechos de las madres durante el parto en los hospitales públicos gallegos. 

El periplo, aunque ahora suene sencillo, la llevó a ella y a sus compañeras de lucha a reunir más de 400 reclamaciones de madres de toda Galicia que demostraban que «había cosas que se podían hacer mejor». Con los datos en la mano, descubrieron una durísima estadística: uno de cada cuatro partos en Galicia es una cesárea y, hasta hace aproximadamente un año, en todos los hospitales se separaba a mama y criatura durante dos horas como mínimo. “A día de hoy, tristemente, Galicia es la única Comunidad Autónoma que cuenta con un protocolo de acompañamiento que respeta el piel con piel”, explica. 

Actualmente, esta situación (que es solo la punta del iceberg de la violencia obstétrica), se da en muchísimos hospitales españoles. “Hay profesionales que están a favor de los partos respetuosos, pero otros para los que es esencial salvar al bebé y lo demás es secundario«, insiste Campos: «estar con la persona que más te importa (tu recién nacido) es un derecho que tienes como madre, por eso el acompañamiento es lo que más hemos peleado». 

La triste realidad es que la separación de madre y criatura ocurre, en gran parte de los casos, por simple protocolo: ellas se van a la sala de reanimación, donde hay enfermeras que vigilan sus constantes mientras se recuperan de la anestesia, y los bebés se van a neonatos, donde el personal se encarga de que estén limpios, abrigados y alimentados. «Que el piel con piel es beneficioso para el bebé se descubrió por casualidad en Latinoamérica, en un hospital en el que no había suficientes nidos y se vieron “obligados” a dejar a los bebés encima de sus madres”, cuenta Tamara; «así descubrieron, sin querer, que esta práctica era mucho más beneficiosa que la separación prematura. 

La importancia de no dejarnos solas

Si nos vamos directamente a las cifras, podemos hablar de que a día de hoy casi un 22% de los nacimientos en España ocurren por cesárea (según datos de un riguroso artículo de Ana Requena Aguilar y Raúl Sánchez para elDiario.es): ¿hay un 22% de madres españolas que tardan dos horas (sino más) en conocer a sus criaturas? ¿Por qué no se tiene en cuenta que para el bienestar de ambos es necesario vivir esos primeros momentos juntos?

Lo primero, por protocolo, como ya se ha explicado; lo segundo, por desconocimiento. La realidad es que, en pleno año 2024, estar informada sobre todo lo que puede ocurrir en tu parto es un privilegio. “En las charlas que se dan en los hospitales a día de hoy se menciona de pasada la posibilidad de una cesárea, cuando sabemos que un 25% de los bebés que se encuentran en esa sala va a nacer por cesárea», dice Tamara Campos. Loita ha insistido en muchas ocasiones en la importancia de poner a las familias sobre aviso de lo que puede ocurrir, «porque aquí juega un papel fundamental el acompañante, que será el encargado de velar por que se estén respetando los derechos de una madre que se encuentra en el momento más vulnerable de su vida». 

Con esfuerzo y muchísimas reuniones con representantes sanitarios y políticos, Loita ha conseguido que en el año 2024 los hospitales públicos gallegos cuenten con un protocolo que permite a las madres que tienen partos intervenidos estar con sus criaturas inmediatamente. Esto se traduce en un piel con piel que se inicia en el quirófano y se continúa en una sala de partos (tras comprobar que el bebé está bien, que puede implicar unos minutos de separación). Allí pasarán dos horas durante las que las matronas controlarán las constantes vitales de madre y bebé, del mismo modo que lo harían sus compañeras de reanimación o neonatos. “Hay hasta cuatro fases de implantación y cada hospital va a un ritmo, por lo que actualmente el acompañamiento depende de los profesionales que atiendan el parto”, explica Campos. 

“Nuestra recomendación, por ahora, es elegir bien en qué hospital quieres dar a luz: hay que ver el porcentaje de inducciones, de cesáreas, los protocolos de acompañamiento… pero la realidad es que todo va a depender muchísimo del factor humano”, reconoce. Tras cuatro años de lucha, Tamara y las demás madres que forman parte de Loita agradecen el terreno ganado a la violencia obstétrica y defienden «una lucha desde el diálogo, intentando dejar la rabia en casa”. Sin embargo, también reconocen la importancia de “hacer tribu”, hablar y poner sobre la mesa que hay ciertas conductas y prácticas que, aunque estén normalizadas, “no son normales”

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