Hace unos días, el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, volvió a poner sobre la mesa un debate recurrente en Europa: propuso prohibir el burka y el niqab en espacios públicos, aunque permitiría el uso del velo.
Una medida presentada como defensa de la igualdad de género, pero que despierta una pregunta clave: ¿quién tiene derecho a decidir sobre el cuerpo de las mujeres? Esta medida ha provocado reacciones encontradas tanto en la esfera política como en los movimientos feministas y antirracistas.
El feminismo dividido: ¿prohibir para liberar?
Parte del feminismo europeo ha defendido históricamente que prendas como el burka o el niqab son símbolos de opresión patriarcal, ligados a un control del cuerpo y de la vida de las mujeres. Desde esa óptica, la prohibición sería una forma de “protegerlas” y garantizarles la posibilidad de vivir en igualdad.
Sin embargo, otras corrientes feministas —especialmente aquellas que se definen como interseccionales— cuestionan esa postura. Señalan que detrás de estas medidas se esconde una visión paternalista y colonialista, en la que mujeres blancas occidentales deciden por mujeres musulmanas qué es lo que significa liberación.
La voz que falta: las mujeres musulmanas
El problema de este debate es que, demasiadas veces, se habla sobre las mujeres musulmanas sin escucharlas. Muchas de ellas han expresado que el uso del velo, del niqab o incluso del burka no siempre es una imposición. Para algunas es una decisión personal ligada a su fe, a su identidad cultural o incluso a una reivindicación política frente a una sociedad que constantemente las señala y estigmatiza. La clave, entonces, no es tanto la prenda en sí, sino la libertad de elección. Si un Estado prohíbe vestir de determinada manera, ¿acaso no está también coartando esa libertad?
Islamofobia institucional: cuando la igualdad se convierte en excusa
Diversos colectivos antirracistas advierten de un riesgo claro: convertir el feminismo en la excusa perfecta para aplicar políticas islamófobas. Prohibir el burka o el niqab en espacios públicos no solo restringe derechos, sino que refuerza el mensaje de que las personas musulmanas son “el problema” o que sus culturas son incompatibles con la democracia.
En países como Francia o Bélgica, donde existen leyes similares, se han multiplicado los casos de discriminación hacia mujeres musulmanas que, incluso vistiendo simplemente un hiyab, son apartadas de actividades educativas o laborales. El resultado no es una mayor igualdad, sino una mayor exclusión social.
Un feminismo que libere, no que controle
La lucha feminista no puede convertirse en una herramienta de control sobre los cuerpos de otras mujeres. La estrategia debería centrarse en garantizar recursos, educación, seguridad y espacios donde todas puedan elegir cómo vivir, qué vestir y cómo expresarse. La verdadera pregunta no es si el burka o el niqab son feministas o no, sino si cada mujer puede decidir por sí misma sin miedo a la sanción, al estigma o a la violencia. Un feminismo que no escuche a las mujeres musulmanas corre el riesgo de convertirse en una herramienta más del poder, aunque se presente con buenas intenciones.
En definitiva, la igualdad no se logra prohibiendo, sino escuchando.
BIBLIOGRAFÍA
- Feijóo defiende la prohibición del burka y el niqab en espacios públicos: https://www.lasexta.com/noticias/nacional/feijoo-defiende-prohibicion-burka-niqab espacios-publicos_2025081768a1b21e97dddb01129f77b9.html
- El cruce entre islamofobia y feminismo islámico: https://www.revistaincidencias.com/articulos/01-islamofobia



