¿Educación o entrenamiento para la violencia de género?

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El sistema educativo, mayormente en países latinoamericanos, parece no evolucionar. Aún se ve violencia de género, y, peor aun, se ignora y se perpetúa por parte de padres y educadores

Vemos claras formas de violencia como “cosas de niños”, mirando hacia otro lado, dejándo que las situaciones escalen hasta tener consecuencias irreversibles. ¿Por qué? ¿Por qué, aún con tanta evidencia, la violencia de género sigue siendo un tema tabú en las escuelas? La igualdad debería ser un punto importante en la enseñanza de los niños. Valores como el respeto, el establecimiento de límites y el consentimiento deberían ser temas clave en la educación de cada niño y niña. ¿O no? 

Los educadores y padres/madres minimizan la violencia a tal punto que ignoran señales claras de que el legado que dejan a sus hijos es uno machista y misógino, en donde se sigue viendo a las mujeres y niñas como “inferiores”, mientras que el

legado que se le deja a las niñas es uno en donde serán por siempre víctimas. Donde, por siempre, deberán temer a los hombres

Algunas señales claras de violencia de género en las escuelas que se suelen ignorar: 

Comportamientos de dominio y control (especialmente de niños hacia niñas):

  • Interrupción constante o no dejar hablar: Niños que sistemáticamente interrumpen a las niñas, les quitan la palabra, o dominan las conversaciones sin permitirles expresarse. 
  • Decisiones unilaterales en el juego: Imponer las reglas del juego, asignar roles denigrantes a las niñas (ej. la «sirvienta», la «madre» sumisa), o excluir a las niñas de ciertos juegos «de niños» de forma sistemática y coercitiva. 
  • Gestos de poder físico no necesariamente agresivos: Empujones leves, toques no deseados, invasión del espacio personal, o forcejeos que buscan imponer la voluntad, incluso si no causan dolor físico
  • «Bromas» que ridiculizan o humillan: Chistes sobre la apariencia, la inteligencia o las habilidades de las niñas que buscan denigrarlas o ponerlas en un lugar inferior. Por ejemplo: “Las niñas son de cristal”.

Lenguaje y comentarios sexistas/degradantes: 

  • Insultos basados en el género: Usar términos como «marimacho», «llorona», «niñita», «tonta» (dirigido a niñas) o «mariquita», «nenaza» (dirigido a niños que no cumplen roles masculinos estereotipados). 
  • Comentarios despectivos sobre el aspecto físico: burlas sobre el pelo, la ropa, el cuerpo de las niñas, o comentarios sobre cómo «deberían» verse. ● Atribución de roles rígidos: Comentarios como «eso es de niños», «eso no lo pueden hacer las niñas», o «las niñas son para [actividad X]». 

Agresiones físicas y verbales (que a menudo se minimizan): 

  • Empujones, tropezones «accidentales», pellizcos o tirones de pelo: Agresiones físicas leves que se disfrazan de juego o accidente, pero que tienen una intencionalidad de molestar o dominar
  • Patadas o golpes «sin querer»: Cuando un niño golpea a una niña «sin querer» de forma repetida, o cuando la «agresión» parece estar más allá de lo accidental en su recurrencia. 

Reacciones de las niñas que también son señales de alerta: 

  • Retraimiento o aislamiento: Una niña que antes era participativa y comienza a quedarse sola, a evitar ciertos juegos o interacciones. ● Cambios en el estado de ánimo: Irritabilidad, tristeza, ansiedad inusual, o episodios de llanto sin razón aparente. 
  • Quejas físicas sin causa aparente: Dolores de cabeza o estómago antes de ir a la escuela, que pueden ser somatizaciones del estrés
  • Miedo o aversión a ciertos niños o situaciones: Evitar a compañeros específicos, o mostrar nerviosismo en ciertas áreas de la escuela (patio, baños). 
  • Dificultad para expresarse o defenderse: Silencio ante el acoso, incapacidad para verbalizar lo que les está pasando. 

¿Estamos realmente preparando a los educadores para identificar y abordar eficazmente la violencia de género en el aula? 

Cuando la ceguera institucional con respecto a la violencia de género entre niños es tan evidente, es imposible no preguntarse si los educadores actuales están realmente preparados para abordar este tipo de violencia en las aulas de manera eficaz. ¿O es que simplemente deciden ignorarla? Parece que el silencio es bastante cómodo.

Imagen generada con IA

Si no protegemos a las niñas en la escuela primaria, ¿qué futuro les estamos dejando en un mundo que aún lucha contra la violencia de género? 

La enseñanza en casa es una parte fundamental e influyente en la forma de pensar de un niño. Si observa a una madre constantemente violentada por su padre, o a su padre constantemente haciendo comentarios denigrantes hacia las mujeres, ¿de qué forma creen que actuará en la escuela? 

Si queremos un futuro para nuestras niñas, es hora de dejar de perpetuar la violencia de género, la comodidad del silencio y el hecho de que aún hoy en día, se sigue culpando a las niñas que sufren este tipo de violencia. “¿Por qué estabas allí?”, “¿por qué no dijiste nada?”, “¿qué hiciste para que él reaccionara así?” 

Más allá, este tipo de situaciones tienen que dejar de solucionarse con una “disculpa”. Deben solucionarse creando consecuencias reales. Porque no, no son cosas de niños. Pero estamos tan cómodos en la complicidad, que nadie decide hacerlo.

¿Estamos dispuestos como sociedad a enfrentar las verdades incómodas sobre cómo estamos criando a nuestros hijos y educando en nuestras escuelas?

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