José Jerí asume la presidencia del Perú con denuncias a cuestas, incluida una por abuso sexual

El Congreso del Perú ha aprobado la vacancia de Dina Boluarte por “incapacidad moral permanente” con 122 votos a favor, sin abstenciones ni votos en contra. La mandataria, cuya gestión se encontraba ya en caída libre, deja el cargo en medio de una crisis política, social y de seguridad sin precedentes. Pero el reemplazo que asume el sillón presidencial no llega precisamente con las manos limpias.

Un país que cambia de rostro, pero no de rumbo

La vacancia, debatida y votada este jueves 9 de octubre, fue impulsada tras una seguidilla de escándalos que envolvieron a Boluarte, desde el caso Rolex hasta las investigaciones por presunto enriquecimiento ilícito y la ola de violencia urbana que sacude al país. La gota que colmó el vaso fue el tiroteo ocurrido durante un concierto de Agua Marina en Lima, que desató nuevas protestas contra la gestión de seguridad del gobierno.

Boluarte no acudió al Pleno a defenderse, alegando falta de tiempo para preparar su descargo, y el Congreso no tuvo reparos en cerrar el capítulo: la vacancia se aprobó con un consenso político inédito.

El sucesor, bajo sospecha

Con la salida de Boluarte, la presidencia del Congreso —y por tanto del país— recae en José Enrique Jerí, congresista de Somos Perú. Pero la noticia de su ascenso no ha generado precisamente entusiasmo.

Jerí fue denunciado en diciembre de 2024 por presunto abuso sexual contra una mujer de 31 años que, según la denuncia, se encontraba inconsciente durante una reunión social. El Ministerio Público archivó el caso en agosto de 2025 al no encontrar pruebas biológicas que lo incriminen directamente, pero el proceso dejó un fuerte malestar social y mediático.

Además, el congresista fue suspendido temporalmente de su partido y un juzgado le ordenó acudir a terapia psicológica como medida de protección a la denunciante —orden que, según reportes, no cumplió.

Aunque la Fiscalía decidió no continuar con la investigación, Jerí carga con el peso simbólico de una denuncia que vuelve a poner en evidencia un patrón: el poder político en Perú parece tener barra libre para los hombres acusados de violencia o corrupción.

Más de lo mismo, pero peor

Con Boluarte fuera y Jerí dentro, el panorama peruano se tiñe de una contradicción dolorosa: se destituye a una presidenta por “incapacidad moral”, pero se entrona a un hombre sobre quien pesan acusaciones de abuso sexual.

Mientras tanto, las calles se preparan para nuevas movilizaciones, los colectivos feministas ya han comenzado a pronunciarse, y la ciudadanía —una vez más— asiste a la rotación de nombres sin que cambien las estructuras que sostienen la impunidad.

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