Hace unos días fui seleccionada entre 100 jóvenes de toda España para participar en el primer Bootcamp de Bienestar Digital de ING y la consultora Quiero. Durante dos días nos sumergimos en un espacio único donde combinamos aprendizaje, creatividad y diversión en grupo. Pero más allá de la experiencia personal, me fui con la certeza de que el bienestar digital no es un lujo, es una necesidad urgente para nuestra sociedad hiperconectada.
¿Qué es el bienestar digital y por qué debería importarnos?
Vivimos pegados al móvil, a las redes sociales, a la inmediatez. Eso tiene ventajas — información, conexión, entretenimiento—, pero también riesgos: adicción, ansiedad, pérdida de concentración o desconexión de lo real. El bienestar digital consiste en encontrar un equilibrio: usar la tecnología como aliada sin que acabe controlando nuestra vida. En el Bootcamp y la formación que tuvimos aprendimos que este equilibrio empieza con pequeñas decisiones:
∙ Poner límites de tiempo en las aplicaciones. Desactivar notificaciones innecesarias.
∙ Darnos espacios sin pantallas para reconectar con nosotros mismos y con las personas que nos rodean.
∙ Adquirir hábitos digitales más sostenibles, que también reduzcan el impacto en el planeta (como evitar la sobrecarga de datos, limpiar la nube o pensar antes de enviar y almacenar contenido que no necesitamos).

El formato fue muy dinámico gracias al equipo (mención especial a Emilio Domenech por hacernos la experiencia tan amena). Tuvimos charlas con especialistas en salud mental y sostenibilidad de la mano de expertos como Esther Paniagua y Manuel Armayones, que nos dieron claves prácticas para cambiar hábitos digitales y entender la necesidad de esta práctica. Después, un taller de improvisación teatral con ImproMadrid nos ayudó a soltar tensiones y potenciar la creatividad.
En mi grupo, el tema que trabajamos fue la desintoxicación digital: cómo parar, respirar y soltar la pantalla para volver a mirar alrededor. Fue revelador darnos cuenta de que todos, en mayor o menor medida, necesitamos hacerlo.
Bienestar también es disfrutar viviendo el presente.
El Bootcamp no solo fue intenso y formativo: también hubo espacio para la diversión. Una fiesta sorpresa el sábado por la noche nos recordó que el bienestar digital no consiste en renunciar al disfrute, sino en aprender a equilibrar las distintas facetas de nuestra vida y crear conexiones reales en persona.
Al día siguiente, arrancamos con una sesión de yoga matinal. Fue la prueba de que cuidar la mente y el cuerpo es inseparable de cuidar nuestra relación con lo digital para tener una vida sana.

Del aprendizaje a la acción
Seguidamente, tuvimos unos talleres muy dinámicos e inspiradores por parte de ac2ality dónde nos enseñaron sobre cómo ser unos cracks en creación de guiones, edición de vídeos y marketing digital. El reto final fue crear un vídeo en grupo que transmitiera un mensaje clave sobre el bienestar digital. Lo grabamos, editamos y presentamos, con votación incluida.
Lo que me llevo y lo que podemos aprender todos
Volví a casa con muchas certezas. La principal: el bienestar digital no es algo individual, sino colectivo. Necesitamos hablar de ello en las familias, en las aulas, en los trabajos. Necesitamos crear espacios de desconexión, aprender a convivir con la tecnología de forma más sana y compartir estrategias que nos devuelvan tiempo, calma y el mundo real al que nos está alejando la tecnología. Recordemos que lo digital nos ayuda y es una herramienta muy útil en nuestra era, pero no puede alejarnos de vivir el presente ni hacer que pasemos la vida scrolleando detrás de una pantalla.
El Bootcamp fue un laboratorio de ideas, pero lo importante ahora es llevarlas fuera, a la vida diaria. Porque si no empezamos a replantear nuestra relación con lo digital, corremos el riesgo de que lo digital nos atrape y dañe nuestra salud mental. Solo me queda agradecer a todo el equipo por brindarnos esta oportunidad única.




