Sandra Campó, también conocida como Sasa, es escritora, educadora sexual y creadora del proyecto Sexperta en placer. Desde hace más de diez años, trabaja rompiendo tabúes en torno a la masturbación y el placer femenino a través de talleres, libros y un activismo feminista que no deja indiferente. Su más reciente publicación, Yo soy la dueña de mi placer, es un manifiesto de libertad y autoconocimiento que invita a las mujeres a reconciliarnos con nuestros cuerpos y a entender el placer como un acto político.
“Yo pienso que es una obligación conocernos a nosotras mismas. Nunca es tarde para comenzar a explorar nuestro cuerpo”, afirma convencida.
Un viaje personal hacia el autoplacer
Su interés por el tema nació tras una experiencia personal. A los 30 años, después de terminar una relación de cinco años, decidió no involucrarse sexualmente con nadie más. Fue entonces cuando retomó la masturbación, práctica que había conocido en la adolescencia. Lo que encontró fue inesperado: una intensidad de placer que nunca antes había experimentado.
Esa curiosidad la llevó a querer compartirlo con otras mujeres, pero sus amigas no parecían interesadas en hablar del tema. Así nació su primer libro, Hoy tengo ganas de mí: siete historias de masturbación femenina (2015).
Desde entonces, su investigación y activismo no han parado. “He conocido a mujeres de todas las edades, incluso mayores de 70 años, que se acercan a mis talleres. La sexualidad en la madurez es otro de los grandes tabúes que me interesa explorar”, señala.
Los cambios generacionales y los retos
Al mirar hacia atrás, Sandra reconoce ciertos avances en cómo hablamos de la masturbación femenina: “Las mujeres jóvenes pueden bromear con el tema, pero el desconocimiento sobre la anatomía sigue ahí. Se habla más, pero de forma superficial. El tabú no se ha roto del todo”.
El reto, dice, es que el discurso sobre sexualidad femenina aún está centrado en complacer al otro: “Todo el contenido, incluso el que crean muchas educadoras sexuales, sigue hablando de cómo satisfacer a la pareja. Pero necesitamos aprender a vivir con placer en vez de vivir para complacer. Esa pequeña diferencia lo cambia todo”.
Conocerse antes de compartir
Una de sus recomendaciones más repetidas es empezar por lo básico: conocer la anatomía. “Sigue siendo común que muchas mujeres no sepan diferenciar la vulva de la vagina. Y mientras no entendamos nuestro propio cuerpo, será más difícil disfrutar”.
Sandra propone además entender la masturbación como un proceso lento y personal: “Siempre digo que es como aprender un idioma. No lo vas a dominar en un día. Requiere paciencia, cariño y curiosidad. Y sobre todo, no poner el orgasmo como objetivo, porque ahí aparece lo que llamo la paradoja orgásmica: mientras más piensas en él, menos probable es que ocurra”.
Un tabú con raíces históricas
Para escribir su último libro, investigó de dónde proviene el estigma sobre la masturbación. “Me encontré con que en el siglo XVIII se creía que causaba enfermedades físicas, y en el XIX que provocaba trastornos mentales. La Iglesia, por su parte, la condenó porque no tenía fines reproductivos. Es irónico: lo que yo promuevo precisamente es que la masturbación es una búsqueda de placer”.
Ese peso histórico todavía se refleja en frases comunes que perpetúan la culpa, como “¿para qué se va a masturbar si ya tiene pareja?”. Sandra responde con claridad: “Una cosa no anula a la otra. El sexo en compañía y el sexo a solas son experiencias distintas, pero igualmente necesarias en la vida de una mujer”.
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Más voces, más perspectivas
La escritora subraya la necesidad de ampliar el campo de la educación sexual con más voces diversas: “Hace falta que hablen más mujeres, y no solo heterosexuales. Necesitamos otras miradas, porque las experiencias influyen en el discurso. Yo, como mujer bisexual, soy muy crítica con la dinámica heterosexual, porque sé que entre mujeres las experiencias son distintas, más eróticas y con más atención a los sentidos”.
Un mensaje para todas las edades
Al cerrar la entrevista, Sandra deja un consejo que aplica a todas las edades: “Nunca es tarde para comenzar a conocer tu cuerpo. Y ni siquiera es una opción. Yo pienso que es una obligación. Nosotras tenemos ese deber de conocer nuestro cuerpo”.
Y recuerda la importancia de un órgano único en el cuerpo humano, ya que el clítoris no tiene otra función. No tiene función reproductiva. «A nosotras nos han regalado el don de tener este órgano que sólo sirve para darnos placer, que es súper sensible”, recuerda Sandra.
Su mensaje es claro: “Nunca es tarde, siempre es un buen momento y tu cuerpo está hecho para sentir placer”.



