Facebook cierra un grupo con 32.000 hombres por compartir fotos íntimas sin consentimiento

Imagen generada con IA

Facebook ha clausurado el grupo “Mia Moglie” (“Mi esposa”), que contaba con 31.885 miembros activos, tras descubrirse que en él se compartían fotos íntimas de mujeres —principalmente esposas o parejas— sin que ellas lo supieran.

La existencia del grupo salió a la luz en Italia, donde generó un escándalo social y político. En él circulaban imágenes privadas, a veces robadas de teléfonos o redes sociales, y en otras ocasiones creadas con inteligencia artificial para simular desnudos. Los comentarios eran de tono sexual, misóginos y deshumanizantes.

Activismo y presión que forzaron el cierre

El grupo llevaba en funcionamiento desde 2019 sin que la plataforma actuara, hasta que la escritora y activista Carolina Capria denunció públicamente su existencia en Instagram. A partir de ahí, la organización No Justice No Peace se sumó a la campaña de presión.

La denuncia ciudadana y mediática obligó a Meta a intervenir y cerrar el espacio, aunque la compañía fue acusada de actuar tarde y sin transparencia. Varias organizaciones feministas italianas subrayaron que este caso demuestra que las normas comunitarias de Facebook siguen siendo insuficientes frente a la violencia digital.

Investigación judicial en Italia

La Fiscalía italiana, a través de la Policía Postal, ha recibido ya más de 2.800 denuncias de mujeres afectadas, lo que podría desembocar en uno de los mayores procesos judiciales sobre violencia digital en Europa.

En Italia, desde 2019, la difusión no consentida de imágenes sexuales es delito y puede conllevar hasta seis años de cárcel y 15.000 euros de multa. Las víctimas, además, tienen derecho a una indemnización por daños morales.

El caso ha sido descrito por juristas y activistas como una forma de “violación virtual colectiva”, poniendo en evidencia la necesidad de actualizar las leyes para abarcar mejor los riesgos derivados de las nuevas tecnologías.

Casos similares en otros países

El fenómeno no se limita a Italia. En Portugal, un canal de Telegram con 66.000 usuarios fue destapado en 2024 por compartir fotos íntimas de mujeres sin permiso, categorizadas de forma ofensiva (“madre e hija”, “embarazadas”). Muchas víctimas intentaron denunciar, aunque los culpables permanecieron en el anonimato.

En España y América Latina, han existido comunidades con dinámicas parecidas, como el grupo de Facebook “Exhibiendo a mi esposa”, eliminado tras ser denunciado. Sin embargo, se siguen detectando nuevos grupos en plataformas cerradas como Telegram o Discord, lo que dificulta su control.

Expertos señalan que se trata de una red internacional de explotación digital, que aprovecha la falta de coordinación entre legislaciones y la lentitud de las plataformas para reaccionar.

El eco del caso Gisèle Pélicot

Este escándalo recuerda inevitablemente al caso de Gisèle Pélicot, sobreviviente de uno de los episodios de violencia sexual más estremecedores en Francia. Durante casi una década, su marido la drogó y permitió que decenas de hombres abusaran de ella, grabando los actos.

El juicio, que concluyó en 2024 con más de 50 acusados condenados, supuso un antes y un después en la lucha feminista. La frase de Pélicot, “La vergüenza debe cambiar de acera”, se convirtió en un lema internacional.

Su testimonio impulsó en Francia una reforma legal que incorporó el no consentimiento expreso como elemento central en la definición de violación. Una medida que, según juristas, debería replicarse en otros países para proteger a las víctimas también en el entorno digital.

Una violencia que traspasa fronteras

El cierre de “Mia Moglie” confirma que la violencia digital contra las mujeres no es un fenómeno aislado, sino estructural y global. Desde Europa hasta América Latina, miles de mujeres ven cómo sus cuerpos e intimidad son utilizados como mercancía en redes sociales y canales clandestinos.

Organizaciones feministas reclaman más regulación, sanciones más duras y sistemas tecnológicos preventivos, como algoritmos que detecten de inmediato la difusión no consentida de imágenes. También subrayan la importancia de romper el silencio, animando a las víctimas a denunciar y a la sociedad a no normalizar estos abusos.

El caso del grupo “Mia Moglie” en Facebook es una advertencia clara: las plataformas digitales deben asumir responsabilidad activa en la lucha contra la violencia de género en internet. Mientras tanto, la presión social y la valentía de activistas y víctimas siguen siendo la herramienta más efectiva para romper la impunidad digital.

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