La “manosfera” impacta en la juventud española: menos feministas y menos capaces de identificar desigualdades

Manifestación del 8M en Madrid / CCOO

En los últimos años los jóvenes se han polarizado más entorno al discurso feminista y muchos hombres identifican las políticas de igualdad como un “intento de supremacía femenina” 

El último informe del Instituto de la Juventud (Injuve) lanzó un alarmante dato que no viene sino a confirmar una tendencia que se inició hace ya un lustro: los jóvenes son cada año un poco menos feministas y, lo que es quizás más grave, menos capaces de identificar las situaciones 

de desigualdad entre hombres y mujeres. Esta situación, explica el propio Injuve, podría deberse en gran medida al resurgimiento del discurso machista, que ha renacido como un neomachismo englobado dentro de la llamada manosfera: “un conglomerado de espacios virtuales heterogéneos que dan cabida a una multitud de movimientos masculinistas basados en la propagación de discursos misóginos y antifeministas”. 

A esto se suma, como indica el Barómetro Juventud y Género 2023 elaborado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud, que por primera vez en la serie histórica el porcentaje de mujeres que se identifican como feministas también ha disminuido, pasando del 67,1 % en 2021, al 57,4 % en 2023. En el caso de los hombres, continúa la tendencia iniciada en 2019, cuando el 37 % se consideraba feminista: en 2023 solo un 26% de los hombres se consideraba feminista

Junto a esta tendencia nos encontramos con un claro discurso que cree que una mayor o más igualitaria presencia femenina en todas las esferas sociales significa necesariamente una “supremacía” de las mujeres por encima de los hombres. Este discurso, además, resulta reforzado en espacios como el entorno digital, que impulsan a los jóvenes hacia una socialización que revierte la tendencia feminista de finales del siglo XX y principios del XXI, y nos devuelve a una época que muchas creíamos haber dejado atrás. 

Sexismo viejo, sexismo benévolo y neosexismo 

El informe del Injuve aprovecha las alarmantes cifras de descenso de apoyo al feminismo para hacer una diferenciación entre tres discursos diferenciados: “el sexismo viejo u hostil, un sexismo benévolo y un sexismo nuevo, neosexismo o neomachismo”. El sexismo tradicional, considerado viejo u hostil, explica el informe, “se caracteriza por considerar inferiores a las mujeres y tener conductas discriminatorias hacia ellas”, ayudándose de un paternalismo

dominador, una clara diferenciación de género competitiva y la bien conocida hostilidad heterosexual que convierte a las mujeres en manipuladoras de los hombres. Aunque este es el discurso más rechazado, por estar socialmente castigado apoyarlo abiertamente, no ha desaparecido por completo. 

Por otro lado, podríamos hablar de un sexismo benévolo que “identifica la figura de la mujer como un ser débil, que necesita protección y cuidados, donde se presenta al hombre como la figura más fuerte”, por lo que es el protector. En este caso, además, nos encontramos con la perpetuación de unos roles de género que han demostrado ser también perjudiciales para ellos, que se ven obligados a “cumplir con un deber” que, si no son capaces de llevar a cabo, los convierte en seres débiles e inútiles para la sociedad. 

El neomachismo surge, por su parte, “como una estrategia o actitud para mantener los valores que ya se seguían de antaño, interponer las decisiones del hombre frente a la mujer”. En este caso no se discute el principio de igualdad, puesto que ya se ha superado y esta misma idea de igualdad está en riesgo por culpa de las mujeres y el feminismo. Este último discurso es el que sale reforzado en la manosfera, que actualmente representa a un importantísimo sector del mundo digital y que, nos guste o no, se hace más fuerte gracias a unas redes sociales que potencian el que únicamente nos llegue aquello que queremos ver y oír. 

¿Manos-qué

La manosfera se ha convertido en un “lugar seguro” para muchos hombres jóvenes, que se sienten incluso amenazados por un discurso que consideran que los está dejando sin privilegios. Según recoge el propio informe del Injuve, un estudio sobre subculturas misóginas elaborado por la FAD en 2022 mostraba que hay en Internet “rincones antifeministas que proporcionan, ante todo, una red afectiva para los varones que se sienten victimizados y en crisis”. 

Aclara el Injuve que la percepción de algunos hombres jóvenes “es que ha habido una radicalización del feminismo y que la minoría oprimida son ahora ellos: sienten que se les culpabiliza por la desigualdad”. Esto hace que muchos chicos se sientan identificados y vean representación en influencers antifeministas, en unas redes sociales que, como decía anteriormente, favorecen el sesgo y están todavía muy poco reguladas. 

Aquí también juega un importante papel el lenguaje, puesto que muchos hombres perciben el feminismo como una lucha entre hombres y mujeres y no una lucha por la búsqueda de la igualdad entre ambos sexos. El propio informe advierte de que hay varones jóvenes que sí se sienten identificados con el discurso de igualdad de género pero no con el feminista, por lo que podríamos ver todavía un rayo de esperanza al creer que únicamente se están radicalizando contra un término efectivamente desvirtuado por su extendidísimo uso público y político.

¿Por qué estamos aquí? 

En el contexto en el que nos encontramos, podemos afirmar sin ninguna duda que hay muy pocos referentes masculinos positivos dentro del movimiento feminista, una situación incluso exacerbada tras el último curso político y la caída de las máscaras de aquellos que afirmaban ser “los más feministas” de la historia política española. La izquierda, desde luego, está jugando muy en contra del apoyo al discurso feminista y a la lucha por la igualdad en términos generales. 

Por su parte, desde hace ya un tiempo, el sector político de derechas instrumentaliza el malestar masculino y reacciona negativamente a la pérdida de privilegios históricos, utilizando muy a su favor ese discurso en el que los hombres son las verdaderas víctimas de un “feminismo desbocado”. El gran altavoz mediático que se da a algunos derechos efectivamente adquiridos por las mujeres en el último siglo, asegura el Injuve, podría ser también un refuerzo para este discurso neomachista. 

Por último, cabe destacar que se ha perdido también la capacidad de identificar en muchos casos las situaciones de desigualdad, puesto que en muchos casos no se identifica la discriminación o la injusticia como parte de esta estructura patriarcal. “Muchas de las iniciativas feministas, como el derecho al aborto, la remuneración del trabajo doméstico y la garantía de una presencia equilibrada de hombres y mujeres en altos cargos no son vistas por los hombres como medidas necesarias”, aclara el informe. 

Nos encontramos ante una situación ciertamente preocupante, para la que juega muy en contra el actual panorama político y la inestabilidad de un sistema público que ha vivido un 2025 muy convulso. El deber del Gobierno y del sistema como vertebrador de la educación de los jóvenes es el de crear espacios seguros de diálogo, luchar contra los referentes antifeministas y proporcionar referentes feministas con los que los varones se puedan identificar y, por supuesto, invertir en la lucha contra el desprestigio del feminismo y contra el discurso de la “supremacía femenina” que actualmente defienden importantísimas figuras de la espera pública.

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