Junio es el mes del Orgullo, y durante estos 30 días es importante reconocer quiénes nos han ayudado a llegar hasta aquí.
Hagamos un viaje por la historia (o, al menos una parte) del movimiento LGBTQ+.
Los primeros ecos: antes de Stonewall
Antes de que los disturbios de Stonewall encendieran la llama de la liberación LGBTQ+ en el año 1969, la vida para muchas personas no heterosexuales y no cisgénero era, en la mayoría de los casos, una existencia bajo las sombras. Escondida, callada, sin siquiera un ápice de derechos para expresarse sin enfrentar consecuencias fatales.
Lo cierto es que durante aquella época, la represión social y legal era la norma, lo que empujaba a muchos a ocultar sus identidades por miedo a la discriminación, la persecución e incluso la violencia.
No había más opción que vivir en las sombras
¿Has imaginado un mundo donde ser quien eres es un crimen? Donde simplemente ser, podría llevarte a la cárcel, a perder tu trabajo, a ser internado en una institución psiquiátrica y ser repudiado por tu familia y amigos. Esta era la realidad de muchas personas de la comunidad LGBTQ+ antes de Stonewall.
Las leyes de sodomía criminalizaban las relaciones homosexuales, y la “perversión moral” se consideraba un delito por el cual podían arrestarte. Además, la sociedad de aquel entonces dictaba que la homosexual era un pecado o una enfermedad mental. Todo esto resultaba en terapias de aversión, lobotomías y electroshocks. Era casi imposible conseguir un empleo, alquilar una vivienda o simplemente vivir sin miedo, por lo que muchos llevaban una doble vida.

Pequeñas rebeldías y redes secretas que plantaron las semillas de la resistencia
Hubo actos de resistencia temprana y formación de redes de apoyo secretas. Aunque estos no eran iguales a los movimientos masivos que veríamos después de Stonewall, sin duda marcaron una diferencia.
Se trataba de pequeños grupos que se atrevían a desafiar el status quo o a ofrecer consuelo a quienes lo necesitaban. Algunas de las organizaciones que surgieron en Estados Unidos, por ejemplo, fueron:
- Mattachine Society, fundada en 1950
- Daughters of Bilitis, fundada en 1955
Sus enfoques eran bastante cautelosos y buscaban la asimilación y educación pública en lugar de la confrontación directa. Fueron las primeras en ofrecer un sentido de comunidad para las personas que se sentían completamente solas. En Europa también se daban movimientos similares; pequeños y discretos. Comenzaron en ciudades como Berlín y Londres, donde ya existían redes homosexuales desde principios del siglo XX.
Si bien es cierto que estos grupos operaron bajo el radar, no hay duda que plantaron las semillas para el futuro de la comunidad LGBTQ+.
Stonewall y el nacimiento del movimiento
El 28 de junio de 1969, una redada policial rutinaria en el bar gay Stonewall Inn de Greenwich Village, Nueva York, se convirtió en un momento decisivo que encendió la llama del movimiento moderno de liberación LGBTQ+. Hubo una diferencia clave: esa noche la comunidad se negó a dispersarse, resistiendo activamente a la policía. Ya era suficiente.
Esta resistencia duró varias noches y marcó un antes y después, transformando la vergüenza en orgullo y la clandestinidad en visibilidad.
A partir de Stonewall, la comunidad pasó de tener una defensa silenciosa a empoderarse aún más con acción colectiva. Sólo un año más tarde, el 28 de junio de 1970, se celebró la primera marcha del Orgullo en Nueva York, conmemorando los disturbios. También surgieron eventos parecidos en otras ciudades de Estados Unidos, sentando las bases para lo que hoy conocemos como las marchas y desfiles del Orgullo.
Todo esto llevó a la creación de organizaciones clave como el Frente de Liberación Gay (GLF) y la Alianza de Activistas Gays (GAA), que abogaban por la igualdad y la justicia.
Y no paró allí: el eco de Stonewall trascendió fronteras. Si bien ya existían focos de activismo en otros lugares, la resistencia en Nueva York sirvió de inspiración a comunidades LGBTQ+ alrededor del mundo.



