El actor Gérard Depardieu ha sido condenado por agresión sexual en Francia. La sentencia marca un punto de inflexión en la cultura del silencio que durante décadas ha protegido a hombres poderosos del mundo del cine.
¿Qué ha pasado exactamente?
Depardieu ha sido condenado a 18 meses de prisión con pena suspendida por haber agredido sexualmente a dos mujeres durante el rodaje de la película Les Volets Verts en 2021. Las víctimas, una decoradora de 54 años y una asistente de dirección de 34, denunciaron tocamientos no consentidos. El tribunal consideró sus relatos creíbles, y las justificaciones de Depardieu, una mala comedia.
No es la primera vez que lo denuncian. El actor tiene un historial que haría temblar a cualquier departamento de Recursos Humanos con algo de conciencia.
El problema no es solo él
Depardieu es solo la punta del iceberg. El verdadero horror es todo lo que lo rodea:
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Una industria que lo siguió contratando mientras acumulaba denuncias.
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Un abogado que soltó comentarios misóginos como si fuera 1950.
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Medios que aún lo llaman “controvertido” en lugar de “condenado”.
Y tú mientras tanto, temblando por si pusiste una coma de más en el email del curro.
Esto también va de cultura y poder
Durante décadas, se ha vendido la narrativa del artista maldito: ese señor brillante, excesivo, incontrolable, que no puede evitar “pasarse de la raya”. El problema es que la raya no está en su ego, sino en nuestros cuerpos. Y ya está bien.
Gérard Depardieu no es un caso aislado. Es un reflejo de cómo el sistema sigue excusando a ciertos hombres con frases como “es que es muy excéntrico”, “tiene otra sensibilidad” o “hay que separar al artista de su obra”. No, cariño. Separar al artista del abuso, mejor.
¿Qué implica que Gérard Depardieu esté condenado?
Depardieu ha sido inscrito en el registro nacional de agresores sexuales. Aún puede apelar, y probablemente lo hará, como suelen hacer quienes nunca han tenido un “no” por respuesta.
Pero ya no se trata solo de lo que diga la justicia. Se trata de no olvidar. De no callarnos. De no idolatrar. Y de mirar con lupa cada estructura que todavía lo protege.
Desde Diversa, creemos en una cultura libre de violencia, donde el arte no justifique la agresión y donde el consentimiento no sea un extra opcional. Sí, también en los rodajes. Sí, también si eres una leyenda viva.



