Ser vista: la lucha silenciosa de las mujeres negras migrantes

Pexels

Estaba en una fiesta hace dos semanas. Había pagado mi entrada, como todo el mundo.

Iba vestida a mi manera, con mi estilo, mi cabello rizado afro de forma distinta, mis rasgos africanos y seguro con mi color de piel. Entre tanta gente, había otra chica negra, trabajando en el bar, sirviendo bebidas. También era única entre los trabajadores (yo era unica entre los asistientes).

Mientras bailaba, un chico se acercó a mí y, de forma insistente, me dijo que yo había sido la camarera que le había servido antes.
No importaba cómo iba vestida (no llevava el uniforme del equipo de camareros), ni qué hacía allí: para él, yo solo podía estar en una posición de servicio.

No hay nada malo en trabajar en un bar. Todo trabajo digno merece respeto.

Pero este episodio revela algo más profundo: el peso brutal de los prejuicios raciales, donde una mujer negra no puede ser imaginada fuera de ciertos roles predefinidos.

No importaba quién era yo.

Mi ser entero quedó reducido a un estereotipo.

Pexels

¿Qué hace el racismo estructural?

Aunque hemos avanzado en derechos y conciencias, el racismo estructural sigue profundamente incrustado en nuestras sociedades.

No es solo cuestión de individuos malintencionados; es un sistema que organiza quién tiene acceso a qué espacios, quién es escuchado, quién es valorado y quién es relegado al silencio.

Para las mujeres negras migrantes, esto significa cargar con una doble opresión: racial y de género.

Significa ser vistas solo a través de filtros estrechos: como trabajadoras de servicio, como cuerpos para ser utilizados, nunca como sujetos plenos, como creadoras, como lideresas.

Y el problema es que este racismo estructural no solo afecta el presente: crea un círculo vicioso donde la falta de oportunidades alimenta los prejuicios, y los prejuicios refuerzan la falta de oportunidades.

La invisibilización: la forma más sutil de violencia

Ser invisibilizada es una violencia que hiere en silencio.

Significa que tus logros no cuentan. Que tu valor necesita ser explicado y justificado constantemente.
Que puedes tener títulos, experiencia, talento, pero seguir enfrentándote a la misma pregunta no formulada: «¿Realmente mereces estar aquí?»

Una mujer negra, no importa cuánto avance, sigue siendo reducida a un imaginario impuesto: sirvienta, cuidadora, objeto exótico, pero rara vez pensada como escritora, artista, académica, creadora de cambio.

Y esta invisibilización cala hondo.

Se empieza a internalizar. Se empieza a creer que quizás realmente no importas tanto, que quizás no mereces tanto. Es una herida silenciosa que se arrastra día tras día.

Pexels

¿Dónde coloca el patriarcado a la mujer negra?

El patriarcado ha enseñado a las mujeres a ser invisibles durante siglos.
Pero cuando el racismo entra en juego, la mujer negra es situada en lo más bajo de la escala.

Desde pequeñas, las niñas negras aprenden que para soñar deben luchar mucho más que el resto.
Que sus voces serán cuestionadas. Que su inteligencia será subestimada. Que sus cuerpos serán hipersexualizados o ignorados.
Que su humanidad será, una y otra vez, puesta en duda.

¿Cuánto le cuesta a una niña negra alcanzar sus sueños?

Cuesta resistencia diaria, cuesta sanar heridas que nunca deberían haberse abierto. Cuesta imaginarse a sí misma en un lugar donde todavía no la han querido ver.

El impacto en la salud mental

Esta constante necesidad de justificar la propia existencia tiene un precio altísimo: el precio de la salud mental.

  • Depresión, ansiedad, agotamiento extremo, estrés postraumático… son respuestas naturales a una vida en permanente estado de alerta social.
  • Las mujeres negras presentan tasas más altas de sufrimiento psicológico, pero tienen menos acceso a servicios de salud mental adaptados a sus necesidades.
  • Además, cuando buscan ayuda, muchas veces encuentran profesionales que no comprenden las dimensiones culturales y raciales de su dolor, aumentando su sensación de soledad y de exclusión.
Pexels

Algunas cifras relevantes:

  • Un informe de la American Psychological Association (APA) subraya que las mujeres negras en EE.UU. tienen tasas más altas de síntomas de depresión y ansiedad relacionados con el racismo estructural (APA, 2017).
  • Según un estudio del Race Equality Foundation en el Reino Unido (2021), las mujeres negras tienen cuatro veces más probabilidades de ser diagnosticadas con trastornos mentales graves, y tres veces menos probabilidades de recibir atención preventiva adecuada.
  • En Europa, el informe Being Black in the EU de la Agencia de los Derechos Fundamentales (FRA, 2018) señala que las personas negras migrantes enfrentan mayores barreras para acceder a servicios de salud mental, muchas veces por miedo a la discriminación o por falta de atención culturalmente competente.

Un llamado desde el amor: reconstruir la mirada

Contar esta historia no nace del rencor, sino del amor.

El chico de la fiesta no fue el único responsable. Él, como muchos, actuó desde un imaginario aprendido. Un imaginario que podemos cambiar.

Cada uno de nosotros puede ser parte del cambio

Porque el racismo estructural no se sostiene solo: se sostiene a través de pequeñas acciones cotidianas, de miradas, de palabras, de omisiones.

Si empezamos a mirar de verdad.
Si empezamos a reconocer a cada ser humano en su totalidad.
Si nos responsabilizamos de construir una sociedad más humana, más justa, más amorosa, entonces podremos romper este círculo.

La dignidad, la humanidad, la grandeza de cada mujer negra (de cada persona) merece ser vista.

No por caridad.
No por corrección política.
Sino porque somos humanos. Y vernos unos a otros en nuestra plenitud es lo que nos salva.

Fuentes:

Share this post :

Facebook
X
LinkedIn
Threads