Chimamanda Ngozi Adichie fue madre por gestación subrogada. ¿Contradice esto su discurso feminista?

Chimamanda Ngozi Adichie (EFE/Marta Pérez)

“(Mis hijos) nacieron por una madre subrogada; no los traje puestos yo. De otro modo habría sido del todo imposible”. Así de sincera fue Chimamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana y activista feminista y antirracista, cuando le preguntaron cómo fue posible ser madre y publicar una novela el mismo año. “Resultó ser la única vía posible”, ahonda: Chimamanda se sinceró con The Irish Times confesando que sus gemelos, que ahora tienen casi un año, llegaron en un vientre de alquiler porque de otro modo ella tendría que haber pausado su trabajo. 

Sin duda, esta afirmación ha abierto un encendido debate, como cabía esperar, pues la escritora parece haber aprovechado para su beneficio una forma de explotación reproductiva que, suponían sus admiradores, debería haber sido una línea roja. Más allá del debate a favor o en contra de la gestación subrogada, la pregunta que se hacen los que conocen (y admiran) a Chimamanda es si su activismo antirracista y feminista no choca frontalmente con el hecho de aprovechar su privilegio para contratar a una madre de alquiler (a la que paga por gestar a sus hijos). ¿Es feminista estar a favor de la gestación subrogada? ¿Existe una escala de grises en torno a este controvertido tema? 

La fina línea entre la vida personal y el activismo político 

Cabe señalar que, sin duda alguna, lo más importante de este caso concreto de gestación subrogada es quién contrata el vientre de alquiler: Chimamanda Ngozi Adichie es una novelista que escribe sobre raza, género y clase, por lo que su activismo se ha encontrado de frente con algo que muchos consideran una línea roja. La contratación de vientres de alquiler, que es ilegal en España (y en muchos países de la Unión Europea), pone de frente dos realidades muy distintas: una parte se cree con el derecho de ser madre o padre y tiene dinero para hacer realidad ese deseo, mientras que en el lado opuesto de la balanza se encuentra una gestante habitualmente con una capacidad económica muy inferior y para quien el estar embarazada y dar a luz es “simplemente” un trabajo remunerado. 

La contradicción

Por aquí llegan precisamente las críticas, puesto que la nigeriana ha dedicado buena parte de su vida a criticar los privilegios de las clases altas, por lo que muchos consideran que ser madre a través de un vientre de alquiler supone de algún modo “traicionar” sus principios.

Chimamanda, de hecho, no contó en un primer momento cómo habían nacido sus hijos, algo que no había sido tampoco relevante hasta este momento. La contradicción entre su discurso y sus acciones hacen pensar a muchos que lo ocultó intencionadamente, para evitar un debate política y éticamente muy complejo. 

La realidad es que, guste o no, siendo un personaje público está expuesta a todo tipo de críticas y todas sus acciones van a ser vistas con mucho más detalle que las de cualquier persona desconocida. En este debate, por tanto, cobra fuerza el pensar que la gestación subrogada no puede ser compatible con el activismo feminista, puesto que ni siquiera la propia Chimamanda fue capaz de comunicarlo con naturalidad y así evitó muchísimas críticas.

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“Apoyar la gestación subrogada no es feminista” vs. “Dejemos que las mujeres hagan lo que quieran con sus cuerpos” 

Estos dos comentarios son, sin duda alguna, los que más han llamado mi atención cuando leí sobre este tema en redes y prensa. ¿Existe un discurso pseudoempoderador a propósito de la gestación subrogada? La realidad es que sí: hay personas que creen que la gestante, que acepta quedarse embarazada y dar a luz a cambio de dinero, lo hace “porque quiere”. Aquí es donde volvemos al choque entre la ideología y las acciones de la novelista nigeriana. 

Chimamanda critica los privilegios pero ha hecho uso de su mayor ventaja de clase, el tener capacidad económica, para explotar a otra mujer y utilizar su cuerpo para cumplir su deseo de ser madre. Porque recordemos que ser madre o padre es un deseo, en la legislación española (y en muchas otras) no se considera un derecho. 

La situación de las madres gestantes

Entra aquí el deseo de la gestante, que somete a su cuerpo a una serie de cambios físicos y psicológicos que la marcarán a cambio de dinero. ¿Son realmente conscientes las madres de alquiler de los riesgos y cambios a los que están sometiéndose? ¿Tiene cabida realmente ese discurso de empoderamiento femenino en el que “nosotras parimos, nosotras decidimos” en torno a la gestación subrogada? 

Lo único que queda claro después de esta breve reflexión es que la gestación subrogada es un tema política, ética y moralmente muy controvertido y que no hay cabida para esa “escala de grises” en el debate: sobre el papel, no existen más opciones que estar 100% a favor del derecho a ser madre/padre o 100% en contra de la explotación reproductiva. 

Nota de la autora: Las opiniones aquí vertidas se basan en la legislación española, que entiende la gestación subrogada como una forma de explotación reproductiva y que considera ilegal esta práctica. A título personal, la gestación subrogada (en cualquiera de sus formas) es incompatible con defender los derechos de las mujeres.

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