María Zambrano, Hannah Arendt o Simone Weil fueron algunas de las filósofas de la época que no fueron reconocidas.
Les educaron para encontrar su lugar en el mundo, les enseñaron para dotarlas de conocimientos y grandes virtudes, pero en realidad, les dijeron que debían ser invisibles. Aun así, el pensamiento fue su mejor arma, y no les hizo falta mucho más para lograr su éxito, pese a que el sistema siempre las quiso silenciar. Hablamos de las mujeres filósofas, intelectuales, pensadoras y rebeldes que se atrevieron a mostrar su visión al mundo a través de sus escritos y a romper con lo establecido. Entre muchas otras, en este artículo hablamos de cuatro influyentes del S XX: Hannah Arendt, Simone Weil y María Zambrano.
Hannah Arendt y su condición humana

Hannah Arendt nació en Hannover (Alemania) en 1906. Hija de comerciantes judíos, emigró en dos ocasiones por el ascenso del socialnacionalismo en Europa hasta residir en Nueva York. Es considerada una de las pensadoras más reconocidas del siglo XX, pese a que ella nunca quiso que se le conociese como tal, ya que prefirió que sus obras filosóficas se calificasen como “teoría política”.
Realizó sus estudios en filosofía en Marburgo, pero el ascenso del fascismo y las ideas antisemitas de Hitler, obligaron a Arendt a trasladarse a París. Pero la presencia del nacionalsocialismo hizo que se le retirara la nacionalidad en 1937, y no fue hasta que emigró a Estados Unidos cuando la volvería a conseguir. Periodista, profesora e intelectual, fue impartiendo clases y discursos en diferentes universidades estadounidenses: Nueva York, Chicago, Columbia y Berkeley. Así, en 1959 se convirtió en la primera mujer en dar clases en la Universidad de Princeton.
El auge del totalitarismo
Su pensamiento abstracto se alejaba de toda filosofía tradicional, intentando, como decía ella, “mirar la política con los ojos despejados en la filosofía”. Frente a ello, construyó un pensamiento orientado a la situación política que le tocó vivir, protagonizado por el auge del totalitarismo. En 1951 publica Los orígenes del totalitarismo, una evidencia de los líderes del momento para seducir a sus votantes en masa a través de estrategias y falsedades continuas, convirtiéndolos en súbitos y alejándolos de la esfera pública. Para Arendt, esta era una de sus principales preocupaciones ya que se anulaba el concepto de pluralidad y por tanto la capacidad de juicio y reflexión crítica.
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No obstante, su obra más resaltada es La condición humana (1961), donde Hannah Arendt retoma el concepto de la “polis” en la cultura griega para comprender la política como acción y discurso, entendiendo estos como elementos fundamentales para que el ser humano pueda desarrollarse frente al resto. A través del discurso y la acción, las personas generamos significados y podemos ser comprendidos, por eso hace especial hincapié en la presencia del espacio público (la polis) para dignificar y dar relevancia a lo que hacemos y decimos.
La filosofía “de clases” de Simone Weil
Simone Weil nació en 1909 en el seno de una familia judía, intelectual y laica, por lo que desde pequeña se le despertó la conciencia social y la pasión por la filosofía. Su padre fue un importante médico y su hermano un matemático destacado del S XX. Su pensamiento y su apasionada búsqueda por la verdad fue entendido por pocas personas, llegando a tomar distanciamiento del resto de pensadores y compañeras de su época, como Hannah Arendt o Simone de Beauvoir.
Estudió filosofía, literatura clásica y ciencia. Se graduó en la Escuela Normal Superior y trabajó como docente en varios institutos para mujeres, pese a que sus compañeros rechazaban sus ideales políticos. Sus pensamientos iban más allá del individualismo: se negaba a comer más de la cantidad de comida que el Gobierno otorgaba a las familias sin recursos.
Un activismo político
A los veinticinco años, Weil finalizó su etapa como profesora, ya que su compromiso social tan fuerte hicieron que quisiera posicionarse en el lugar de la clase obrera, así que se trasladó primero a la fábrica Alstom y después a la de Renault en las cadenas de montaje. Esto le ayudó a desarrollarse como activista y teniendo un mayor compromiso político, ayudando a refugiados que huían de Hitler y Stalin.
En el trabajo en las fábricas, se sintió en unión entre su filosofía activista con la esclavitud que reflejaban unos trabajos de ese tipo: “allí recibí para siempre la marca de la esclavitud, como la marca de hierro candente que los romanos ponían en la frente de sus esclavos más despreciados. Después, me he considerado siempre una esclava”, decía. Fue ahí cuando sintió la primera unión con Dios. Más adelante, combatió en la Guerra Civil Española.

Entre sus obras más destacadas, encontramos Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social, Sobre la ciencia o Echar raíces. Todas las obras fueron recopiladas y publicadas de manera póstuma por sus compañeros, ya que falleció a la edad joven de 34 años. Como mencionamos, su incansable búsqueda de la verdad y su ligamento más heterodoxo al cristianismo ha sido definido por Albert Camus como “un único gran espíritu de nuestro tiempo”.
María Zambrano y la razón poética
María Zambrano nació en Málaga en el año 1904. La educación liberal que recibió por parte de sus padres en una época donde la gran parte de la población era analfabeta, la llevó a destacar en su ámbito, siendo profesora, escritora y una de las referentes pensadoras españolas del siglo XX. Asimismo, fue una de las pocas mujeres que pudo cursar los estudios de filosofía en la Universidad Central de Madrid (ahora la Complutense) y atender a las clases de referentes como Xavier Zubiri y Manuel García Morente.
Siempre se mostró a favor de la República, pero su gran maestro el cual ella admiraba, Ortega y Gasset, se mostró más a favor de la política de partidos, con lo cuál ella se mantuvo al margen de esta decisión. Zambrano escogió el camino de la educación y la reflexión filosófica como arma para cambiar el mundo. Con la llegada de la dictadura, la intelectual decidió emigrar a países latinoamericanos y europeos donde siguió impartiendo sus ideas, hasta que regresó a España en 1984.

La razón poética de María
Su razón de pensamiento gira en torno a la dimensión espiritual del ser humano, la búsqueda de principios morales y el ímpetu de tener un diálogo profundo con el entorno que nos rodea. Uno de los aportes más innovadores de María Zambrano fue el concepto de razón poética. Este prospecto lo sitúa entre la razón y la intuición, uniendo lo emocional y lo subjetivo.
Zambrano argumenta este pensamiento afirmando que el conocimiento no debe limitarse a lo racional, sino que necesita una dimensión espiritual. En la última etapa de su vida, La autora se caracterizó por acercarse a un pensamiento de carácter religioso y místico como el de San Juan de la Cruz.
Es por ello que para María Zambrano argumenta que vivimos instalados en una superficie y a una velocidad que nos tiene atados “de pies y manos”. Esa sensación le produce un desconcierto y la pérdida del sentido del mundo: nos hemos desprendido del alma y nuestra vida cada vez es más impresionista y superficial.
Bibliografía:
Influencia de María Zambrano en la filosofía contemporánea (s/f). Recuperado de Influencia de María Zambrano en la filosofía contemporánea
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Blánquez Ruiz, F. (2023). Hannah Arendt, una voz que sigue resonando con fuerza. Recuperado de Hannah Arendt, una voz que sigue resonando con fuerza | Ethic



