“¿Existe un buen modo de categorizar los cuerpos? ¿Qué nos dicen las categorías? Las categorías nos dicen más sobre la necesidad de categorizar los cuerpos que sobre los cuerpos mismos.” – Judith Butler
El fenómeno “La isla de las tentaciones” tiene a toda España enganchada y eso es un hecho. El chisme, las infidelidades y los giros dramáticos tienen a todo el mundo pendiente de este formato. Desde hace unos días, en redes circulan varios memes sobre algo que está, poco a poco, formándose como debate entre el público ¿por qué todos los concursantes del reality se hacen retoques estéticos cuando salen?
Desde una lipotransferencia a limarse la mandíbula, hay varias clínicas estéticas que aprovechan el afán de estas personas para operarse para ofrecerles operaciones gratuitas a cambio de publicidad. Esto se traduce a que, de repente, las redes de las personas que seguimos el programa se llenan de ofertas para pincharse los labios o hacerse una liposucción.
Partiendo del hecho de que son personas jóvenes, con una media de edad de 23 años y que ya, al entrar en el reality, llevaban retoques estéticos, han surgido las dudas (y la preocupación) de cómo esto puede afectar a las generaciones más jóvenes seguidoras del programa.

Cuerpos normativos en televisión
¿Cuál es el mensaje que estamos recibiendo cuando vemos que los concursantes del programa, todos con cuerpos “normativos” (de hecho, parte del casting se hace en bikini), generan esta necesidad de tener unos cuerpos aún más “perfectos” y que encajen en el cánon?. Delgadez extrema y labios carnosos en las mujeres, mandíbula limada y masculinización facial en los hombres (otro melón que abrir) y eliminación de arrugas en rostros que no tienen arrugas aún.
Obviamente, desde este espacio defendemos absolutamente la libertad individual de que cada persona haga con su cara y su cuerpo lo que le de la real gana. Sin embargo, es cierto que esta homogeneización de caras y cuerpos tiene un impacto, sobre todo entre las personas jóvenes, ya que se está generando un perfil de belleza muy concreto. Dos de las concursantes, de hecho, hace poco se quitaron el ácido hialurónico que llevaban en los labios, porque se lo habían hecho con una técnica “pasada de moda”, para más adelante volverselo a poner con la técnica más actual.
Los retoques estéticos no están al alcance de todo el mundo, económicamente hablando, y mucho menos si estamos hablando de hacerse y deshacerse en cuanto la moda cambia. La grasa sobra, eso está claro, y el deseo hacia lo que nos describen como el cuerpo perfecto es volátil y cambiante. Parece como si el ideal de belleza se estuviera volviendo tan ficticio e inalcanzable que no puede conseguirse si no te operas.
La carga mental del culto al cuerpo
Esta obsesión con la imagen a la que estamos expuestas nos separa del discurso contra la gordofobia que estaba tan en auge hasta hace poco, y de la idea de darle más importancia a la funcionalidad de nuestro cuerpo que a su aspecto. Filosofías como las del body-neutrality nos hablan del impacto positivo que puede tener reducir la obsesión por nuestra apariencia y liberarnos de la carga mental que eso supone.
De hecho, Instagram eliminará los filtros de realidad aumentada que promuevan la cirugía estética, pues se han revelado perjudiciales para la salud mental de los usuarios. Meta ha dado un paso atrás, pues hay personas que ya son incapaces de publicar su cara sin un filtro, o se han operado para imitar sus efectos.
No obstante, seguimos bombardeados por una publicidad extrema sobre sitios donde te puedes hacer retoques estéticos, que se ve acentuada gracias a, entre otras cosas, estos concursantes de reality que salen del programa y se van directos a la clínica, que aprovecha su popularidad momentánea para captar al público.
Como dijo la escritora Carmen María Machado, “el amor propio es el más difícil de todos los amores”[1], por eso es importante reflexionar sobre aquellos productos televisivos que consumimos y sobre cómo las redes sociales pueden afectar a nuestra propia auto-percepción y al imaginario colectivo.
[1] Machado, C. M. (2018). Su cuerpo y otras fiestas. Anagrama.



