El pulmón económico
El tesoro nacional por excelencia de la Costa de Marfil es el cacao, el oro negro de un país que da trabajo de manera directa e indirecta de 50.000 a 400.000 personas solo en el puerto de San Pedro, desde donde se transita un tercio del cacao que se produce en todo el mundo, y que aporta más de 3.000 millones de euros a la economía de toda una nación que está dispuesta a todo para defender a la gallina de los huevos de oro. Su principal comprador es Europa, Estados Unidos, Brasil y China.
El tráfico infantil: una realidad diaria
Todo apunta a que el origen del tráfico infantil comienza en las zonas más rurales de Mali, donde los niños son secuestrados o engañados bajo la falsa promesa de un trabajo remunerado. Las edades comprendidas de estos niños están entre 12 y 14 años, y niñas de entre 11 y 12, aunque se han llegado a registrar extracciones de pequeños de siete años procedentes de otros países como Burkina Faso o Nigeria.
Estos niños son transportados en grupos de 10 o 15 desde una estación de autobús en Mali que cruza la frontera, para luego terminar el viaje en moto o taxi hasta las plantaciones de cacao en Costa de Marfil. Una cadena de participantes en la que suele haber hasta tres relevos: “no se puede atribuir el tráfico en la frontera a una sola persona. Una persona les lleva hasta la frontera, otro les lleva a través del país y una tercera persona les recibe. No es una única persona en particular”, afirma orgullosamente un traficante anónimo para la película documental danesa de 2010, The Dark Side of Chocolate.
Una vez allí, son vendidos a los agricultores de la zona, o bien estos pagan a los traficantes por estos encargos internacionales.
Los niños como mercancía
Otras zonas de peligro donde los niños pueden ser fácilmente captados es en las carreteras e, incluso, los propios dueños de las plantaciones se personan en los mercados de pueblos pequeños y se llevan a los menores sin el consentimiento paterno. Este tipo de situaciones se producen prácticamente cada día.
Un 42% de la producción global de cacao es de origen marfileño, lo que convierte a este país en el mayor productor mundial de cacao, seguido por Ghana, con el 20%
Si un agricultor necesita mano de obra barata y obediente, solo tiene que preguntar a otros colegas de la profesión. El precio que se paga por un niño esclavo ronda los 230€ en adelante, y sin regatear, y esto incluye el transporte y el uso indefinido del mismo. Sobra decir que muchos de estos menores son engañados y nunca llegan a ver un solo céntimo por su arduo trabajo. Las condiciones laborables son altamente peligrosas, no solo por las largas jornadas, sino también por el empleo de herramientas como motosierras para talar los árboles y machetes para cortar las mazorcas subidos a los cacaoteros. El trabajo pesado de transportar sacos de hasta 45 kg, arrastrarlos por los bosques, la exposición a pesticidas sin protección, una alimentación barata y escasa, todo eso supone una seria violación de los derechos humanos básicos practicadas bajo el amparo de una esclavitud moderna.
A esto se le suma, evidentemente, que estos pequeños no asisten a la escuela y, al ser de otro país, tampoco hablan la lengua local, haciendo imposible su futura reintegración en la sociedad y romper el ciclo de la pobreza. Su única esperanza es conseguir huir de este infierno, algo que en muchas ocasiones puede llegar a costarles la vida.
Una tierra sin leyes
En el año 2001 se firmó el Protocolo Harkin-Engel, un acuerdo entre gobiernos y empresas chocolateras que garantizaba la erradicación del trabajo infantil en las plantaciones de cacao del África Occidental. El objetivo es avalar que el cacao no provenga de lugares que empleen mano de obra infantil o mano de obra forzada, a través de la mejora de las condiciones de la vida de los agricultores y asegurando que se respeten los derechos de los niños en su entorno laboral, al mismo tiempo que fomenta la educación y el bienestar de los mismos.
El compromiso práctico obliga a las cooperativas a rastrear los granos y mantener una actualización del sistema, aunque, desafortunadamente, los métodos empleados hasta ahora son bastante rudimentarios o en papel.
En el documental The Dark Side of Chocolate, Frank Hagemann, Director del Programa Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) de las Naciones Unidas (ONU), al ser preguntado si el protocolo funciona, sostiene que “el tema se ha mantenido en el debate internacional, los gobiernos han sido sensibilizados y se ha puesto algo de conocimiento sobre la mesa, pero en términos de un cambio real, hasta ahora hemos visto relativamente poco. Si me preguntas ahora cuántos niños trabajan realmente en las plantaciones de cacao en Costa de Marfil y Ghana, no podría darte una cifra exacta”.
¿Qué hacen las compañías chocolateras para combatir el problema?
En 2022, la multinacional suiza Nestlé se comprometió a pagar en efectivo a los agricultores de cacao que garanticen la escolarización de sus hijos en vez de mandarlos a trabajar a las plantaciones, pues los hijos ajenos no son los únicos que sufren bajo el yugo de la esclavitud infantil. Para asegurar la recolección de este oro negro libre de explotación infantil, el gigante suizo triplicará su inversión anual en cacao sostenible, alcanzando los 1.3 mil millones de francos suizos (1.41 mil millones de dólares) para 2030.
Con esta medida, Nestlé pagará en efectivo directamente a los agricultores, independientemente de los volúmenes producidos, lo que estos 500 francos suizos (529,88€) supondrían el 20% y el 25% de los ingresos anuales de un agricultor.
“Una encuesta reciente de la Universidad de Chicago encontró que, entre los niños de hogares agrícolas en las zonas productoras de cacao de Costa de Marfil y Ghana, el 45% estaba involucrado en trabajo infantil”.
La implementación práctica de este plan consistiría en digitalizar todas las fases de la cadena de producción, empezando por la llegada de los sacos al almacén “vendidos a granel por agregadores locales” que no aportan la identificación de su origen, producción o por quién está producido. Para romper por completo la dinámica de la infancia al servicio de las empresas, será responsabilidad de los delegados (miembros de la cooperativa) asegurar que se cumplan los nuevos protocolos establecidos mediante “el uso de PDA, softwares avanzados y conectados a balanzas digitales, etiquetas con códigos de barras o sensores biométricos de huellas dactilares, entre otros, que recogen todos los datos de cada transacción”.
“Si el sistema sabe dónde está la finca, las edades de los niños y las escuelas en las que están registrados, puede alertar automáticamente si existe una alta probabilidad de que los niños no estén asistiendo a clase”.
Este plan pretende que dichas medidas aseguren, no solo el bienestar de la infancia, sino también el del medio ambiente, controlando “el mapeo GPS de las fincas que permite también a las cooperativas demostrar que sus miembros no están produciendo cacao en áreas forestales protegidas, e incluso identificar las áreas con mayores y menores rendimientos. Lo que les facilita encaminar acciones correctivas, o erradicar el fraude”.
El precio de la libertad
Está claro que la razón principal en el empleo de mano de obra de niños en condiciones de semi esclavitud, es el abaratamiento del coste y la pobreza extrema. Ahora, ¿qué pasaría si se eliminase a los niños de esta cadena de producción? Dos economistas estadounidenses, Jeff Luckstead y Lawton L. Nalley, han diseñado un modelo económico en el contexto de las plantaciones de cacao en Ghana para generar los mismos beneficios para los productores eliminando de la ecuación a las víctimas inocentes. El plan empezaría por proporcionar un precio justo al agricultor y, lo más importante, “abordar las situaciones de pobreza que llevan a las familias a depender de los ingresos que puedan aportar los niños, y cambiar las percepciones sociales que valoran el trabajo infantil como normal, aceptable o incluso necesario«. El impacto del aumento varía según las medidas que se tomen:
- Si se eliminase el trabajo infantil extremo –entiéndase extremo por tareas peligrosas y más de 42 horas de trabajo a la semana– , el aumento del precio del cacao sería del 2,8%.
- Al eliminar el trabajo infantil normal –entre 14 y 42 horas a la semana–, 12%.
- Si la erradicación es absoluta, entonces estamos hablando de un aumento del 47% en el precio del cacao.
Unicef calcula que alrededor de 200.000 niños trabajan en condiciones de semi esclavitud en este sector.
Ni que decir tiene que este incremento del coste supondría un encarecimiento nimio en comparación a las inmensas ganacias obtenidas por la empresa lider del sector. Por lo tanto, estaríamos hablando del precio que tendría nuestra moral para hacer que cambiara el sistema.
Bibliografía:
- (2022) “La esclavitud en la industria del chocolate”. Food Empowerment Project, última visita (17/02/2025)
- ARTE.tv Documentales. (15 de febrero de 2025). Costa de Marfil: el contrabando de cacao. [Archivo de vídeo]. Youtube.
- MsKandyrose. (21 de enero de 2012). Documentary. The Dark Side Of Chocolate. [Archivo de vídeo]. Youtube.
- Peiró, P. (08 de junio de 2019). Cuánto aumentaría el precio de tu tableta de chocolate sin trabajo infantil. El País.
- Koltrowitz, S.; Angel, M. (2022). “Nestle to give cocoa farmers cash to keep children in school”. Reuters, última visita (17/02/2025).
- López Escorial, M. (01 de abril de 2022). “‘Big data’ contra la esclavitud del chocolate”. El País, última visita (17/02/2025).



