La gran pantalla nos enseña desde pequeños el vínculo que existe entre la belleza, la juventud y el éxito. Desde las películas de dibujos animados vemos cómo la vejez, sobre todo en la mujer, es un aspecto negativo, tal y como nos enseña la bruja de Blancanieves o la madrastra de Rapunzel. Prácticamente hemos crecido con el edadismo en Hollywood.
¿El deseo de la eterna juventud es solo ficción?
La mayoría de los grandes talentos femeninos han obtenidos reconocimientos durante su juventud y, en casos contrarios, han sido galardonadas por conmemoraciones u homenajes a su figura. ¿Será porque a medida que crecemos el talento disminuye?
Demi Moore ha negado esto con su último filme: “La Sustancia” demostrando qu el talento no tiene nada que ver con la edad y dejando un poderoso mensaje: la toxicidad de la búsqueda de la eterna juventud.
Sus múltiples declaraciones han demostrado el continuo edadismo que sufren las actrices en la industria. A partir de los cuarenta años existen dos opciones: o no te ofrecen ningún papel o eres la madre en todas las películas. ¿Las mujeres no somos más que una imagen?
Mientras celebridades como Leonardo DiCaprio o Brad Pitt los consideramos atractivos a medida que pasan los años, las actrices van pasando a un segundo plano. ¿Acaso las mujeres no podemos seguir siendo o sintiéndonos atractivas pasada una edad?
La sustancia es real
No ha sido hasta 2024 que Demi Moore ha conseguido su primer Globo de Oro por una obra que contempla cuál es el límite del ser humano para conservar la juventud. A pesar de creer que es un relato ficticio, no está tan alejando de la realidad, ya que famosas como Lindsay Lohan o Christina Aguilera parecen haber vuelto a sus veinte.
Pero, únicamente, no son solo las famosas las que buscan la “eterna juventud”, sino que ha incrementado considerablemente el número de mujeres que comienzan desde edades tempranas a realizarse tratamientos de antienvejecimiento.
Desde pequeñas nos enseñan la importancia de cuidar la piel, tapar nuestras canas, ponernos cremas para reducir las arrugas, maquillarnos para tapar las manchas… Pero nadie ha sido capaz de enseñarnos a aprender a envejecer, a tomar elecciones sobre nuestro cuerpo por propia voluntad y no por lo que la sociedad nos dice que es lo correcto.
Por ello, no culpo a Christina Aguilera, a Paris Hilton o a Lindsay Lohan por mostrarnos y buscar su juventud eterna; señalo a la cultura de la belleza que, a través de todas las ramas artísticas, solo nos ha mostrado a la mujer como una imagen que tiene unos estándares que cumplir y no una vida que vivir.



