Desde la cuna, se nos siembra la semilla del «y vivieron felices para siempre», un ideal que a veces pesa como una losa. La idea del matrimonio se nos presenta como una meta ineludible, una obligación que nos hace sentir incompletas si no la alcanzamos. Pero, ¿y si el matrimonio no es un logro, sino una expectativa social que debemos cuestionar?
Imagina que a un niño de cinco años le preguntaran a qué edad quiere jubilarse y cuánta plata quiere tener en el banco. ¿Te parecería lógico? Entonces, ¿por qué a nosotras, siendo niñas, se nos pregunta a qué edad queremos casarnos y cuántos hijos queremos tener? Es como si nos estuvieran preparando para una vida que aún no hemos empezado a vivir. ¿No deberíamos disfrutar de nuestra infancia sin la presión de planificar un futuro que aún está por escribirse?
Y es que, la imposición de tener que cumplir con el guión establecido nos roba la libertad de elegir nuestro propio camino.
Es cierto, algunas mujeres anhelan el altar y el vestido blanco. Y eso está bien. Todas somos únicas y tenemos aspiraciones diferentes. Solo porque tus sueños sean diferentes a los míos, no quiere decir que sean insignificantes.
Pero, yo quiero más que eso…
Prefiero mi libertad
Mi sueño es ser una mujer libre e independiente en todos los sentidos. No quiere decir que nunca vaya a enamorarme, pero no tengo la obligación de demostrar mi amor a través de un “contrato”. Y es que, como dice Jo March, de mi película favorita Little Women, el matrimonio siempre ha parecido un acuerdo económico.
No me mal interpreten. Quizás cambie de opinión, porque así somos los humanos: cambiantes. Pero justo ahora, para mí el casamiento significaría ser atrapada.
Por eso, me veo en la necesidad de desmentir el mito del matrimonio como única meta. Como mujer, soy y merezco más que eso. Tengo ambiciones, tengo talento, tengo alma. No estoy hecha solamente para caminar a un altar y entregarme a los brazos de un hombre en frente de cientos de personas.
Todo esto me lleva a preguntarme: ¿El matrimonio realmente es un acto de amor o se trata de una estructura de desigualdad? ¿Si es un acto de amor incondicional, por qué necesitas probarlo ante cientos de personas? ¿Por qué firmar un contrato?
El matrimonio como institución patriarcal
Históricamente, el matrimonio ha estado asociado a una clara división de roles, donde el hombre era el proveedor económico y la mujer se encargaba de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Se le da mayor crédito al hombre proveedor que a la mujer que cría y se hace cargo de las labores del hogar.
Por otro lado, a lo largo de los años el matrimonio ha sido visto como una forma de propiedad, donde el hombre ejercía control sobre el cuerpo de la mujer, incluyendo su sexualidad y su capacidad reproductiva. Si bien, hoy en día esto no es necesariamente así, muchas mujeres siguen sufriendo de este tipo de circunstancias.
Y ni hablemos de la heteronormatividad. El matrimonio, aún hoy, se asocia con la unión de un hombre y una mujer; invisibilizando otras formas de relación y de familia. Siglo XXI, año 2025, y el matrimonio entre parejas LGBTIQ+ sigue siendo un tabú en muchos lugares del mundo.
No estás obligada a casarte o a sentirte incompleta si lo deseas, pero aún no llega el momento. ¡Eres más que eso!



