El mom shaming: Una epidemia silenciosa y cómo superarla

No es un secreto que a las mujeres se nos juzga con respecto a la maternidad incluso antes de ser madres. “¿Cómo que no tendrás hijos? ¿Piensas quedarte sola?”, a aquellas que deciden no convertirse en madres. 

“¿Cuánto tiempo vas a esperar?”, a aquellas que quieren ser madres, pero tienen más de 30 años. 

Y cuando nos convertimos en madres, lo que gran parte de la sociedad ve como el “mayor logro” que puede tener una mujer, los juicios y las críticas solamente empeoran. Si tu bebé pasa mucho tiempo en tus brazos, deberías soltarlo de vez en cuando o será demasiado dependiente. Si no lo sostienes lo suficiente, podría no sentirse amado. 

Si eres de lactancia materna exclusiva, deberías considerar el uso de fórmula. No puedes dar pecho todo el día, tienes otras cosas que hacer. Si le das fórmula, eres una pésima madre, deberías darle pecho a tu bebé. ¿Vuelves a trabajar? ¿Cómo te atreves a dejar a tu bebé? O ¿Cuándo volverás a trabajar? ¿Planeas dedicarte solamente a ser mamá? 

Y sin mencionar las constantes críticas a madres solteras o madres queer, pues no encajan en el molde que ha creado una sociedad completamente machista, que pasa de considerar que las mujeres tenemos derecho a elegir, siendo madres o no. No son solamente contradictorias, sino que crean un gran conflicto interno a todas las madres. 

Todo esto tiene un nombre: mom shaming. 

¿Qué es el mom shaming? 

Las críticas con respecto a la crianza y maternidad han existido siempre. Sin embargo, con el auge de las redes sociales, se han visto significativamente amplifcadas. De allí nace el término mom shaming, que implica avergonzar a las mamás. 

Este fenómeno podemos observarlo a través de distintos comportamientos, ya sea por parte de desconocidos, familiares o amigos. Críticas, sugerencias, comentarios  e incluso humillaciones hacia las madres, con respecto a las decisiones que toman sobre la crianza de sus propios hijos. 

Y como mencionamos anteriormente, este fenómeno no sólo se da cuando nos convertimos en madres, sino cuando manifestamos nuestro deseo de serlo o no. 

La lista de los motivos por los que se da el mom shaming es interminable: por el tipo de parto, lactancia, colegio… 

La normalización del mom shaming no sólo genera un gran daño a las madres y a sus hijos, sino a las mujeres en general. Provoca competitividad entre madres, pues en muchos casos quienes hacen mom shaming, lamentablemente, son otras mujeres. ¿Por qué? Pues, eso es lo que nos han enseñado. A competir entre nosotras, en lugar de impulsarnos y ayudarnos a crecer. A envidiarnos, en lugar de celebrarnos. 

 

Consecuencias 

El mom shaming trae múltiples consecuencias a las mujeres: 

  • Impacto emocional negativo. Ansiedad, sentir que hacemos todo mal, inseguridad constante, entre otros. 
  • Generar dudas, donde muchas acaban tomando decisiones que no encajan con lo que de verdad creen, sino con lo que es apropiado para lo que dicta la sociedad. 
  • Aislarse, por miedo a ser juzgadas constantemente. 

Es como estar bajo una lupa, donde se analizan cada una de nuestras acciones de forma meticulosa, y cualquier error que cometamos, por más mínimo, será sometido a un gran juicio y castigo. 

Pero la verdad es que la maternidad no tiene un solo rostro. Celebremos la gran diversidad de experiencias maternas, en lugar de tener un modelo totalmente distorsionado y surrealista de lo que debería ser una buena madre. Hay mamás solteras, madres queer. Algunas deciden volver a trabajo, otras deciden quedarse en casa y dedicarse a la crianza de sus hijos. Ninguna es mejor que otra: lo ideal es entender que cada una tiene derecho a elegir.

¿Qué podemos hacer? 

Para terminar con el mom shaming, se requiere un esfuerzo colectivo. Este fenómeno se ha convertido en un gran problema de la sociedad actual. Por ello, podemos poner en práctica algunas acciones para disminuir el impacto de esta problemática: 

En primer lugar, es vital solidarizarnos con otras mujeres. Es decir, fomentar la sorodidad. No juzguemos a las demás por sus decisiones. En su lugar, podemos dar palabras de apoyo, empatía y escucha activa a quienes la necesitan. 

Por otro lado, también es muy importante concientizarnos de que la responsabilidad sobre la crianza de los hijos no es de un solo progenitor. Los padres enfrentan muchas menos críticas que las madres. Es por eso que, en lugar de ver a las mamás como eternas culpables y responsables de errores en la crianza, debemos ampliar el panorama para ver la imagen completa. 

A su vez, educarnos sobre los distintos tipos de crianza que hay hoy en día, podría ser de gran ayuda. No se trata de seguir un estereotipo. Cada madre tiene un estilo de crianza distinto que se adapte a sus necesidades. Igualmente, podemos denunciar si presenciamos mom shaming. No quedarnos calladas ante las críticas y humillaciones. 

Es hora de desmontar los estereotipos tradicionales y arcáicos sobre la maternidad, que se mantienen hoy en día. 

Por último, es esencial cuidar de nuestra salud mental, priorizar nuestro bienestar y saber poner límites a otros. Tener una red de apoyo, donde no nos sintamos juzgadas y analizadas constantemente y además podamos desahogarnos, es de gran importancia. 

Unidas lograremos más. 

Cuando sana una, sanamos todas.

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