La batalla judicial y social entre Juana Rivas y conseguir la custodia total de sus hijos continúa. Supongo que el caso no les pilla de nuevo a los lectores y lectoras que lean este artículo, ya que este caso se lleva siguiendo desde 2016 y ha tenido gran repercusión social y mediática.
El inicio del caso: Denuncias por maltrato y la lucha por la custodia
Para situarnos en el contexto, Juana Rivas denunció por primera vez a lo que era entonces su pareja, Francesco Arcuri por maltrato después de una pelea en casa. Una de sus amigas le insistió en ir al hospital y posteriormente a denunciar. Aquí fue cuando empezó todo. Con dos hijos en común (uno de ellos ya mayor de edad), la lucha incansable de Juana Rivas por proteger a sus hijos ha sido su razón de vivir estos últimos años. De hecho, a Rivas se le conoce más bien por “la heroína que se negó a entregar a sus hijos para protegerlos de los malos tratos de su padre” llevándolos a un paradero desconocido. Por ello le cayeron 5 años de prisión, pero se convirtió en un símbolo del feminismo y de supervivencia delante de todos los casos de violencia de género y vicaria.
Mientras los episodios de este caso iban sucediendo, entre idas y venidas de Juana Rivas y sus abogados de los tribunales, paralelamente con el proceso judicial en Italia con Francesco, Daniel y Gabriel Arcuri se alternaban entre ambos progenitores. Todo seguía su curso hasta que Gabriel, cuando cumplió la mayoría de edad, rompió su silencio con un vídeo en el que relataba los malos tratos que recibía por parte de su padre, y que el hijo menor, Dani, corría peligro. Este vídeo corrió como la pólvora y las redes volvieron a arder.

La desestimación judicial y las dificultades legales
Así, Rivas interpuso una denuncia más por malos tratos a Arcuri. Recurrió al sistema judicial, amparada por sus abogados, y también al Juzgado de Violencia Contra la Mujer nº2 de Granada, esperando el apoyo hacia ella y a sus hijos. Para su sorpresa no fue así, ya que la magistrada Aurora Angulo desestimó el recurso interpuesto por ella y su hijo mayor contra su padre, al cuál le acusan de amenazas y mensajes intimidatorios a ella y a sus hijos.
La jueza consideró que “no se desprenden de los mensajes que contengan un contenido que pueda generar el menoscabo psíquico que refiere la parte recurrente, al carecer de contenido intimidatorio alguno”. Es por ello que el equipo jurídico de Juana Rivas recusó el pasado martes 14 de enero a la magistrada por “impulsar y consentir” un manifiesto firmado por un grupo de jueces que cuestionan la crítica pública del abogado de Juana Rivas.
Juana Rivas como símbolo de resistencia
Pero este no es el único revés del caso. El pasado lunes, el Juez Piñar, quien dictó la sentencia de cinco años a Juana por sustracción de menores, fue citado a declarar por una denuncia por falso testimonio y atentado contra la intimidad por “dar hasta tres versiones diferentes sobre unas manifestaciones referentes al procedimiento de vida”.
Con todo ello, la esperanza de Juana Rivas por cumplir su único deseo de proteger y amparar por sus hijos sigue en pie, a pesar de los obstáculos presentados en el camino. Y sí, Juana somos todas, que estamos solas contra el sistema. Mientras tanto, estamos nosotras, que salimos a las calles, que protestamos en ausencia del sistema, que hacemos presión para la vida justa de Juana y sus hijos. Juana somos todas, pero hasta entonces, la lucha de Juana seguirá siendo un icono de referencia para todas las que nos encontramos solas ante el sistema.



